House of Cards no es sólo una serie sobre política, es una
serie en donde se puede apreciar todo el espectro de problemáticas a las que se
enfrenta la sociedad en la postmodernidad. Los que hemos apreciado cada una de
las temporadas, somos testigos de la forma en que el poder se traduce en el
descontrol de las masas por su destino, en contraste con todo el poder manejado
por la ambición de un solo individuo. Una ley que, como todas, pretende ser
universal, paradójicamente es controlada y manipulada por un individuo que
parece estar fuera del alcance de cualquier sanción.
“Esta oficina sólo
tiene una silla… y tú lo sabías desde el principio.” Frank Underwood.
No es otra cosa que la decadencia de la democracia frente al
ambiente político como una bestial lucha de ambiciones. Lo que nos muestran
algunos films sobre negocios, como The Wolf of Wallstreet, sobre el sistema
financiero especulativo, es lo mismo que nos muestra House Of Cards sobre la
política, a saber, que son aspectos que a final de cuentas se manejan en la
irracionalidad y en las emociones de un grupo de individuos y que nos llevan
por algún camino a las masas de gente que no sabemos lo que pasa en los
acuerdos que se elaboran entre los escritorios, por debajo de estos, en algún
archivo secreto de alguna carpeta perdida, en algún disco duro, entre las
paredes de un edificio burocrático.
El destino de cientos o miles pendiendo de un hilo y
dependiente del acuerdo al que se llegué en alguna llamada a celular de dos
individuos y sus intereses.
“Soy el vicepresidente
de los Estados Unidos y sin un voto a favor. La democracia está
sobrevalorada”. Frank Underwood.
Y se pone peor, logró ser presidente del país más poderoso
sin esos votos. Es la idea de la voluntad personal por sobre todas las cosas,
la que no sólo es capaz de tener poder por sobre los demás, sin los demás y
acosta de los demás; sino aquella que por el simple hecho de poder tenerlo, se
legitima tenerlo.
La postmodernidad no es solamente la época del
individualismo, del autoritarismo y de la ambición descontrolada que yacen
velados tras mentiras de orden… es también época de paradojas. De la desviación
y contradicción en los discursos feministas y discusiones sobre género. Mujeres
con altos puestos de poder y una ambición que no es menor a la del otro sexo.
“Se rudo conmigo Frank…
tómame…”
“No Frank… eres tú el
que no es suficiente.” Claire Underwood.
La pareja postmoderna, en la que ella aun tambalea entre la costumbre
de ser la controlada y el nuevo deseo que le es permitido tras la liberación
feminista de ser la controladora. En donde él no sabe cuándo es cuando debe ser
un hombre igualitario con el sexo opuesto o cuándo debe ser un controlador
machista ¿Claire Underwood no necesita de su esposo? ¿Las mujeres están tomando
el poder de la sociedad, al grado de ser ahora las nuevas tiranas? ¿Frank
Underwood no necesita de su esposa? ¿Aun los hombres tenemos un poder tiránico
sobre el sexo femenino?
En la cuarta temporada la respuesta es una que ignora las
preguntas y al mismo tiempo la mejor posible. Ellos simplemente descubren que
funcionan bien juntos. Pero no a razón de una igualdad de género. Se debe al
simple hecho de que se necesitan para conseguir el poder que desean. Ignoran
las preguntas precisamente porque ya dejaron de ser las adecuadas. La tiranía,
la libertad, el respeto de un sexo a otro ya no pueden ser reducidos a
problemas de género en muchos contextos occidentales, en donde la clase alta,
la clase política o la elite ya no son espacios machistas. En estos casos en lo
particular, los tiranos son de ambos sexos y las victimas también. Es lo que
las sociedades capitalistas de la postmodernidad han hecho con las demandas
feministas: Igualdad para dominar, igualdad para competir por puestos
burocráticos bien pagados, igualdad para vender y consumir, igualdad para
mercantilizar todo aspecto de la vida cotidiana, igualdad para explotar a
millones de personas de clases sociales más bajas.
Una vez superadas las diferencias entre los dos
protagonistas, surge el tema de moda. Las crisis de oriente expuestas como
simples aspectos manipulables para los políticos en Estados Unidos.
Vemos a un matrimonio Underwood intentando luchar por varios
flancos. Uno de ellos es la cuestión política sobre la crisis con un
equivalente de ISIS. El candidato republicano usa este conflicto para hablar de
ese patriotismo heroico en el cual gran parte de los norteamericanos aun cree.
Ese candidato republicano que muestra una de las más cómicas y siniestras caras
de la vida actual. Representa ese narcisismo que se propaga con el uso de las
redes sociales, un candidato completamente mediático, con su vida como
espectáculo, que toma foto y video de
todo lo que hace, como todos los jóvenes actualmente; que encarna el modelo
“ideal” de ciudadano exitoso, con unos hijos y esposa occidentalmente hermosos,
con una vida prospera. Alguien joven y con un espíritu heroico que se alistó en
el ejército tras esos atentados “orquestados por el fundamentalismo islámico”
el 11 de septiembre.
Ahora el tema sobre el fundamentalismo no gira en torno a las
víctimas en Siria, ni a la violencia en todos los países de oriente. Tampoco
gira en cuestión ideológica, aunque eso quieran hacer parecer ambos candidatos.
Toda su importancia yace en un recurso retórico para la campaña política. En
eso queda disminuido. Todas esas personas que sufren de violencia, en una pieza
más en el tablero de la ambición de un puñado de personas.
Probablemente no nos traguemos lo expuesto en la serie: Una situación
en la cual una declaración de guerra no es más que un capricho desesperado
(aunque tampoco debemos de creer que es imposible), pero de alguna manera
siempre ha sido así. Quizá no por una campaña moribunda y un riesgo de perder
la presidencial, pero sí por acuerdos comerciales o por posos petroleros.
“Así es… nosotros no
sucumbimos ante el terror. Nosotros creamos el terror.” Frank Underwood.
Y ¿De dónde viene todo ese terror? ¿Cómo es que han surgido
tan fuertes organizaciones terroristas? Ya son varias décadas de intervenciones
de la OTAN a países de oriente medio. Los gobiernos de Estados Unidos, entre
otros, han entrenado, financiado y armado a milicias que son enemigos de sus
enemigos y, que a final del día, no suelen ser sus amigos ¿Cómo podría
sorprender que tanta gente se una a las ideas del EI, si las incursiones de las
potencias occidentales han devastado y bañado de sangre aquellos territorios?
Son ellos los que han creado el terrorismo. Es Estados Unidos con sus
compañeros europeos los que han generado estás “únicas” opciones que tiene
oriente frente a occidente, al no dejar que la soberanía de dichas tierras les
permita buscar una organización propia.
No es, probablemente, la pura ambición y capricho de una
pareja en la cúspide del poder, pero sí es la ambición y capricho de todo un
cartel internacional de corporaciones y gobiernos el que puede mover hilos y
ocasionar una guerra. Frank devela una gran verdad en la última escena de la
temporada cuatro. Tras toda esa dramatización y victimización, tras todos esos
discursos emotivos salidos de heridas dejadas por atentados en USA, en Francia,
en Bélgica; tras una aparente fragilidad, miedo y “dolor” de los gobiernos,
existe algo claro: Es una mentira, ellos no tienen dolor ni miedo, ni se acongojan
por las muertes y los atentados, ellos simplemente no sucumben al terror, ellos
son los que lo crean.